Los espacios naturales representan la mitad del territorio de la Unión Europea y son esenciales para la conservación de la biodiversidad, de la que depende nuestra supervivencia. Sin embargo, en las últimas décadas, la agricultura intensiva y el progresivo abandono de las zonas rurales han provocado un rápido y continuo declive de muchas especies de animales y plantas silvestres que habitan en las tierras no cultivadas y en las zonas hoy dedicadas a la agricultura y el pastoreo.
El Índice de Aves Agrícolas (FBI/Farmland Bird Index) muestra que en la Unión Europea las poblaciones de aves han disminuido casi un 30% desde 1990. Actualmente, alrededor del 39% de las poblaciones de aves de las tierras de cultivo están disminuyendo. Del mismo modo, entre 1990 y 2011, la población de mariposas de los pastizales se redujo en un 50%, lo que indica una considerable pérdida de biodiversidad en los pastizales (UE, 2019. Biodiversidad en la agricultura).
La agricultura intensiva y el abandono de las zonas rurales: una peligrosa amenaza para la biodiversidad local
La agricultura intensiva está poniendo en grave peligro la biodiversidad local. Entre las principales causas se encuentran el uso masivo de fertilizantes y pesticidas, la siega de céspedes en tiempos extremadamente cortos y a muy gran escala, y las interminables superficies que han sustituido al tradicional paisaje en «mosaico» (con pequeños campos alternados con entornos naturales).
Las aves, un grupo de especies consideradas un excelente indicador de la biodiversidad agrícola, están en franco declive, ya que estos cambios, agravados por la crisis climática, les han quitado sus lugares de nidificación, insectos, semillas y zonas de refugio. Así, las poblaciones de algunas especies se han reducido drásticamente, hasta desaparecer de zonas cada vez más amplias.
Entre las especies más amenazadas podemos mencionar el alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio), el gorrión común (Passer domesticus – ha perdido el 50% de su población desde 1980, un total de 247 millones de aves en el Reino Unido y la UE) y la alondra.
En los últimos 40 años, las alondras (Alauda arvensis) han sufrido en Europa un descenso del 50% debido a la intensificación de la agricultura. Una investigación de la Real Sociedad para la Protección de las Aves (RSPB), con sede en Londres, muestra que el uso de fungicidas ha sido una de las principales causas del declive de la alondra. Ha permitido la siembra otoñal de cereales, lo que ha provocado la falta de rastrojos durante la temporada de otoño. Las aves de campo se alimentan de estos rastrojos que quedan en los campos entre la cosecha de verano y la siembra de primavera. Pero la tendencia a la siembra de otoño ha cortado esta fuente de alimento, lo que ha provocado la muerte por inanición de un gran número de aves.
La intensificación del uso de la tierra también tiene consecuencias negativas para la biodiversidad del suelo: reduce la complejidad de las redes alimentarias del suelo, así como la masa corporal media ponderada por la comunidad de la fauna del suelo. En todas las regiones de Europa, la riqueza de especies de lombrices de tierra, colémbolos y ácaros oribátidos se ve afectada negativamente por el aumento de la intensidad del uso del suelo.
El abandono de las zonas rurales también tiene importantes consecuencias para la conservación de la biodiversidad. Los cultivos tradicionales, ahora confinados en su mayoría en las colinas y zonas de montaña, no pueden hacer frente a la competencia de los cultivos intensivos y se abandonan gradualmente. En consecuencia, desaparece un determinado paisaje y las especies que lo habitan. Las medidas a escala local no son suficientes para contrarrestar el declive de la biodiversidad: en su lugar, es necesario identificar criterios para mantener las actividades agrícolas que favorezcan los procesos naturales y ayuden a preservar el equilibrio de los ecosistemas.
Tierras agrícolas de Alto Valor Natural
Algunas prácticas agrícolas pueden ser valiosas aliadas para la conservación de los hábitats seminaturales relacionados con la agricultura. Fue a principios de los años 90 cuando se empezó a hablar de las Tierras Agrícolas de Alto Valor Natural (HNVF). Se trata de zonas en las que la agricultura es la principal forma de uso del suelo y que albergan una gran diversidad de especies y hábitats. Pueden ser zonas caracterizadas por una agricultura extensiva, una agricultura en mosaico o zonas agrícolas que albergan especies raras. Lo que las une es la agricultura sostenible desde el punto de vista medioambiental.
Zonas de Alto Valor Natural en Italia
Según el Instituto Nacional de Economía Agraria (INEA), una cuarta parte de la superficie agrícola italiana (tres millones de hectáreas) puede considerarse como zonas de » Alto Valor Natural «. La diferencia viene dada por muchos factores: entre los principales, la ausencia de riego, la escasa labranza, la rotación de cultivos, la fertilización natural, la presencia de olivares, arrozales o elementos no cultivados como setos y arboledas. Pero el mantenimiento de estos sistemas agrícolas depende en gran medida del apoyo de la futura Política Agrícola Común (PAC, una política común para todos los países de la UE, que paga subvenciones a los agricultores). Por lo tanto, está claro que potenciar la biodiversidad en nuestro sistema agrícola es un reto clave para mantener la supervivencia de muchas especies en peligro de extinción. Ya existen algunas soluciones que deben ser apoyadas por la Unión Europea. Lo que puede marcar la diferencia es mostrar a los agricultores que la biodiversidad es un aliado y que una red alimentaria bien estructurada en los campos puede combatir las plagas y enfermedades de los cultivos, mientras que una buena diversidad del suelo puede aumentar la fertilidad sin un aporte de fertilizantes químicos. Un diálogo abierto con los agricultores, los agrónomos y los expertos en biodiversidad daría lugar a la aplicación de nuevos planes agrícolas, con beneficios tanto para los agricultores como para muchas especies en peligro de extinción vinculadas a agroecosistemas bien conservados, sin depender únicamente de las subvenciones de la Unión Europea.
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